Fiction: Unexpected call (Llamada inesperada) [EN/ES]

«Mery, ¿ya tienes los informes que te pedí?». Ross preguntaba a su asistente.

Ross era un ejecutivo exitoso que había logrado muchas cosas en la empresa y se había convertido en la mano derecha del jefe de Corporation United. Estaba a punto de ser ascendido a gerente general de la empresa, el más alto cargo solo por debajo del jefe. Ese puesto lo había añorado por mucho tiempo.

«Ya los tengo. En la tarde te los paso», decía Mery.

Mery era una eficiente ejecutiva que había hecho llegar muy lejos a Ross con su trabajo, que luego lo hacía pasar como original a su jefe inmediato. Ross explotaba a Mery con la promesa de cederle su puesto cuando él se convierta en gerente general de la empresa. La brillante ejecutiva había creído en la palabra de Ross y se sobrecargaba de trabajo.

«Mujer, mujer, debe ser ahora. Recuerda que debo aprender lo que has puesto para exponer. No querrás que quede como un estúpido frente al gran jefe. Ve a traerme los informes de inmediato». Ross apuntaba hacia la puerta.

«Voy por ellos, Ross. Dame un momento». Mery salía corriendo de la oficina por los papeles.

Ella llegaba presurosa a su oficina por los informes. Se dirigía al escritorio de cedro color miel. En ese momento, entraba Lana. «¿Qué haces, Mery?

«Hola, Lana. Estoy buscando los informes que me pidió Ross». Decía mientras seguía revolviendo los papeles de su oficina.

«Ese hombre te está explotando y te tiene para que le hagas su trabajo, con eso queda muy bien ante el jefe y a ti no te da ningún reconocimiento». Lana colocaba las manos en la cintura.

«Tú no lo entiendes. Si Ross llega a ser ascendido, yo me quedaré con su puesto. Siempre ha sido mi objetivo cuando entre a esta empresa». Mery sudaba profusamente en esa mañana calurosa de julio. «Tú no sabes cómo funcionan las cosas aquí. Es obvio que yo lo hago quedar bien, pero yo también gano si Ross gana». Mery se pasaba el antebrazo por la frente tratando secarse las pequeñas gotas de sudor.

«¿Tú crees en la palabra de ese hombre?». Lana ponía los ojos en blanco.

«Sí, por la sencilla razón que si no me tiene a mí, ese hombre no es capaz de hacer nada. Jajaja». Una risa nerviosa invadía el bello rostro color canela de Mery. «Ahora déjame sola que debo encontrar esos benditos informes».

«Allá tú con tu fantasía». Lana salía de la oficina con un dejo de disgusto.

Mery encontró los informes en la gaveta final de su escritorio. Una sonrisa de alivio se dibujó en su rostro con dientes tan bellos como perlas. Salía corriendo hacia la oficina de Ross. Al entrar, el hombre estaba besándose con su secretaria Rosy.

La mujer se tapó los ojos y se dio media vuelta, saliendo de la oficina. Luego escuchó su nombre. «Mery, Mery, puedes entrar». Ross un poco aturdido se acomodaba la camisa y la corbata, mientras Rosy salía corriendo de la oficina con una risa pícara.

«Ross, disculpa por entrar así, pensé que estarías solo». Mery con el rostro visiblemente enrojecido entraba a la oficina.

«No te preocupes, yo tengo la culpa». Ross se pasaba la mano por su cabello negro. «Dime, ¿me traes lo informes?».

«A eso venía. Aquí están los informes para que los presentes esta tarde en la reunión». Mery sonreía en tanto extendía el brazo derecho con los papeles.

«Eres muy eficiente, Mery, y todo tu esfuerzo tendrá su recompensa». Ross tomaba los informes y los ojos le brillaban de forma singular.

«Somos un equipo, Ross, si tú ganas, yo también gano».

«Me gusto eso de un equipo. Tienes toda la razón somos un equipo y juntos ganamos. Esta tarde el jefe me nombrará gerente general, y tú recibirás tu recompensa». Ross guiñaba el ojo a la chica. «Ahora déjame solo, voy a prepararme para la reunión».

«Está bien, Ross. Nos vemos en la reunión». Mery se daba media vuelta mientras veía como Rosy entraba a la oficina.

Lana volvía a la oficina de Mery. «Disculpa, amiga. Creo que tienes razón, juzgue mal a Ross y tal vez él te ayude a conseguir lo que tanto anhelas».

«No te preocupes, Lana. Ross no es Santo de mi devoción, pero creo en él y lo que me ha prometido. Pronto estaré en su puesto y todo habrá valido la pena». Mery sonreía con esperanza.

En ese momento, el celular de Mery empezaba a sonar con aquella melodía de blues relajante y que llenaba el lugar con sus notas suaves. El sonido le dio paso a la vibración, Mery se apuró a tomar el dispositivo y mirar quién llamaba. El nombre que apareció en la pantalla brillante era de Ross.

Mery hizo un gesto de extrañeza y presionó el botón verde que se movía hacia arriba de la pantalla. «Hola, Ross».

No tenía respuesta del otro lado, solo de escuchaban voces juguetonas y traviesas, también se escuchaban risas y Mery iba a colgar entendiendo que se marcó por accidente. Lana le tomaba del brazo moviendo la cabeza negativamente. Ella tomó el celular de Mery y empezó a grabar.

«¿Qué haces?», preguntaba atónita Mary.

«Es por si acaso, jaja». Lana y Mery seguían escuchando por el celular lo que pasaba del otro lado de línea.

Luego las voces se hacían más claras y se oía la voz chillona de Rosy. «Amor, entonces me darás tu puesto cuando seas gerente general».

Lana y Mery se tapaban la boca mientras seguían escuchando la conversación tras de la línea.

«Sí, amor. Es todo tuyo así como lo soy de ti. Dame otro besito».

«Jajaja, travieso, pero ¿qué harás con esa tonta de Mery?».

«No te preocupes, esa tonta cree que le voy a dar el puesto, pero cuando sea gerente general la echaré de esta empresa. Ya no la necesitaré más. Jaja».

Mery y Lana abrían los ojos al máximo de sus cuencas.

«Pero, ¿el jefe que dirá de esto que piensas hacer?».

«Ese viejo se cree todo lo que le digo. Lo tengo en la palma de mi mano. Y espero algún día poder sacar a ese decrépito para quedarme con esta empresa, jaja».

Lana colgaba la llamada y miraba a su amiga como se quebraba ante tal confesión. «Cálmate, amiga, tenemos todo esto grabado. Vamos con el jefe».

Las dos mujeres se dirigieron hasta donde el jefe y le hicieron escuchar la grabación. Él se enfureció tanto que se inmediato mando llamar a la pareja conspiradora, y los despidió sin contemplaciones. Mery fue ascendida a gerente general y Lana obtuvo el puesto de su amiga. Todo gracias a una llamada inesperada.