Fiction: The magic ticket (El boletol mágico) [EN/ES]

«Wildow, estás listo para ir está noche al estreno de la nueva película. La última magia».

«¿Es hoy? Pensé que era la semana pasada». Wildow le decía a su amigo, Ralf.

«Debemos ir a comprar los boletos para entrar al estreno». Los ojos de Ralf brillaban.

«Espérame un momento y salimos». Wildow tomaba su chaqueta roja de poliéster.

Los ojos cafés de Wildow daban un vistazo a la fría calle. La época de vientos estaban en pleno apogeo, y los árboles ondeaban sus ramas ante los fuertes soplidos. La llovizna caía en los rostros blancuzcos de los chicos, que iban corriendo hacía el cine.

Al llegar, vieron una larga fila esperando comprar un boleto para película. Ralf puso los ojos en blanco se sacó el gorro azul tirándolo al suelo. «Debimos venir temprano, de seguro hasta que lleguemos no habrá boletos».

«Regresemos a casa y volveremos la semana que viene, no nos hagamos un lío con esto». Wildow recogía el gorro de Ralf. «Colócate el gorro y regresemos a casa antes que llueva más intensamente».

Los rostros mostraban unos pucheros, mientras volvían y la lluvia seguía cayendo sin pausa. Después de unos minutos de caminar, un papel bailaba con el fuerte viento. Wildow miraba como iba cayendo el boleto, era de color dorado y Ralf se apresuraba a recogerlo.

«Mira lo que me encontré. Jaja». Ralf sacudía el boleto con fuerza y este empezó a brillar intensamente.

Los ojos de los chicos se abrieron al máximo de sus cuencas y vieron como el brillo se expandía, rodeándolos. Ellos sintieron miedo, pero no podían escapar, era como si una fuerza los estuviera deteniendo. En ese instante, todo se volvió nubloso y empezaron a caer por un vórtice.

Los gritos se perdían en el gran agujero, después todo aquel alboroto y caos, Ralf abría los ojos.

«Wildow, despierta, despierta». Ralf lo movía del hombro.

«¿Qué sucedió? ¿Acaso todo eso fue un sueño?». Wildow se sobaba los ojos y miraba el cielo azul con el sol radiante en lo alto. «¿Acaso no estaba lloviendo?».

«No sé, pero estamos aquí, Lo que sí, no recuerdo que hayan tantos árboles en el parque». Ralf empezaba a caminar para salir de aquel lugar. «Vamos, Wildow. Nuestros padres deben estar preocupados».

Los chicos caminaban y aquel parque se les hacía desconocido. Oyeron pasos de cascos a toda velocidad, a su alrededor miraron a muchos caballeros. No lo podían creer, sus pupilas se dilataron y empezaron a correr.

Los caballeros lanzaron unas redes y capturaron a los chicos, fueron metidos en sacos grandes y llevados a un castillo enorme con un lago alrededor y una puerta enorme que bajaba para recibirlos.

Los chicos forcejeaban para salir. Uno de los caballeros tiró los sacos frente al rey. Wildow y Ralf se levantaban sobándose los ojos.

«¿Dónde estamos? y ¿quién son ustedes?», preguntaba Wildow.

«Callaos, forasteros. ¿De dónde venís y qué buscáis en mi reino?», El rey hablaba con gran autoridad.

«Somos Wildow y Ralf. Íbamos a ver una película y...», Tomaba la palabra Ralf.

«¿Película? ¿Acaso es una especie de hechizo? Hablad, forasteros». El rey se levantaba del trono y se acercaba a los chicos.

«Un película es una historia que se cuenta con imágenes y sonido». Wildow miraba atemorizado al rey.

«No entiendo de lo que habláis». El rey tocaba la chaqueta de Wildow. «Que ropas tan extrañas lleváis. Decidme, ¿Quién es vuestro rey o a quien servís?». El rey caminaba alrededor de los chicos.

«No tenemos rey y no servimos a nadie, Solo pasábamos por aquí. Dejenos ir, señor, nuestros padres deben estar preocupados». Ralf suplicaba al rey.

«No puedo dejaros ir, vosotros parecéis espías de Ulron». El rey mandaba llamar a un guardia.

«¿Ulron? He escuchado ese nombre, pero no recuerdo dónde». Wildow se tomaba la mandíbula con la mano.

«Guardia, encerrad a estos espías mientras averiguamos lo que planean hacer en el reino de Alban». El rey se daba la vuelta y volvía a su trono.

«¿Alban? ¿Ulron? Ya sé donde escuché esos nombres». Wildow se dirigía al rey. «Él es el rey Prometeo y esta es la película, "La piedra de la luz"».

«Ya lo recuerdo, también vi la película hace mucho tiempo». Ralf se paseaba por la corte. «Eso quiere decir que estamos dentro de la película».

«Así que sabéis donde estáis, eso confirma que vosotros sois espías» el rey hacia señas al guardia. «Llevad a estos espías a la horca».

«Momento, mi rey, yo he mandado a traer a los elegidos». El mago hacía su aparición en la corte.

«Vos, viejo mago. ¿Con qué fin, decidme?».

«Invoque un viejo hechizo para traeros a los elegidos que nos ayudarán a ganar la guerra contra Ulron». El mago apuntaba con su bastón de cedro retorcido. «Ellos conocen donde está la piedra de la luz».

«¿Eso es verdad, decidme?». El rey Prometeo se dirigía a los chicos.

«Bueno, creo que recuerdo algo de la película. Hace mucho tiempo que la vi». Wildow se rascaba la cabeza.

«Corred, viejo mago, llevad a estos chicos contigo y buscad la piedra de la luz. Solo tenéis dos días antes del gran ataque de Ulron».

«Como vuestra majestad os ordene». El mago tomó a los chicos y salieron corriendo del castillo en búsqueda de la piedra de la luz.

Cuando se pusieron en camino, Ralf dijo al mago, «Señor mago, ¿cómo volveremos a nuestra época?».

«El boleto dorado que tenéis es la respuesta, cuando encontremos la piedra de la luz, todo sucederá naturalmente». El mago cabalgaba rápidamente. «Tenemos que apresurarnos, si pasan los dos días el reino de Alban será destruido y vosotros quedareis aquí por siempre».

«Debemos apresurarnos. No quiero terminar en esta época». Ralf mostraba gran preocupación.

Luego de un día y medio de viaje, el mago y los chicos llegaron a los picos oscuros. El aire tenía un olor a azufre. El mago movió su bastón para que ilumine el camino.

«Ahora, decidme, por dónde tenemos que ir».

Wildow y Ralf guiaba al mago, mientras poco a poco recordaban los apartes de la película. Llegaron hasta un altar y vieron la piedra. Pero en ese momento entraban los guerreros de Ulron y el mago empezó a pelear con ellos.

«Corred, elegidos, tomad la piedra antes que sea demasiado tarde». El mago se cansaba de pelear y caía rendido sin fuerzas.

Los malvados guerreros iban tras los chicos. «Rápido, Ralf toma la piedra».

Wildow sacaba de su bolsillo un apuntador láser cegando por un momento a los guerreros oscuros. En tanto Ralf tomaba la piedra y salían del lugar.

«Ahora, ¡¿qué hacemos?!». Ralf desesperado miraba a Wildow.

«No recuerdo que seguía, en esa parte me dormí».

«No bromees, Wildow, por favor recuerda...».

En ese momento, el boleto dorado empezó a brillar, Wildow lo sacó de su bolsillo y recordó las palabras del mago. “Todo sucederá naturalmente…”. Mientras los guerreros oscuros se abalanzaban sobre los chicos, la piedra de la luz y el boleto dorado brillaron intensamente y bañaron con su luz poderosa todo el lugar, desintegrando a los guerreros oscuros y llegando a todas partes para luego expandirse a los lugares más recónditos del reino. Aquella luz incandescente destruyó a todo el ejército de Ulron y el reino de Alban fue salvado...

Wildow y Ralf no podían ver por la luz intensa «Chicos, chicos, salgan del cine, ya terminó la película». El guardia del cine despertaba a los chicos.

«¿Cómo llegamos aquí?». Wildow preguntaba al guardia.

El hombre levantaba los hombros, «Salgan de aquí». Los chicos se iban y oyeron la voz del guardia. «Chicos, no olvidéis el boleto dorado. Jaja».