Fiction: Fire alert (Alerta de incendio) [EN/ES]

«Ashley, ¿estás lista para la guardia nocturna?» Su compañero Stel palmeaba a la chica.

«Es fin de semana y pues no hay más que hacer, compañero. Primero que todo somos bomberos y debemos estar vigilantes para cuidar a nuestra comunidad». Ashley se recogía su hermoso cabello negro y lacio con una moña muy simpática.

«Si quieres bailar, aquí estoy, bebé». Stel prendía la radio y colocaba una canción muy pegajosa.

Tomaba a la mujer de la cintura y empezaban a danzar por la estación. En ese instante llegaba el sargento, un fortachón moreno, de sonrisa cándida.

«A ver los tortolitos, recuerden que están de guardias. El amor en casa». Tim llamaba la atención a sus subalternos.

«No, no, no. Jefe, Stel y yo solo bromeábamos. Jaja». Los colores se habían apoderado del rostro de Ashley.

«Sargento, sea usted nuestro padrino de bodas, por favor. Jaja». Stel tomaba la mano de Ashley románticamente.

«Cállate, tonto». Ashley quitaba la mano de la de Stel. «No le haga caso, sargento. Este hombre es un payaso. Jaja». La mujer seguía alistándose para la guardia.

«Están muy graciosos en este día. Se nota que es fin de semana. Jaja. Sigan con lo que estaban sin descuidar la guardia». Tim se internaba en la oficina.

«Tonto, cómo dices esas tonteras delante del sargento». Ashley se mostraba un poco molesta.

«Relájate, Ashley. Es viernes y podemos divertirnos un rato». Stel seguía bailando graciosamente despertando la risa de Ashley.

En ese momento, sonó la alarma y todos en la estación de pusieron en alerta. Ashley informaba a todos donde era el incendio. «Calle 23 número 52 barrio Almens. Todos atentos».

Las sirenas del carro de bomberos retumbaban por la ciudad nocturna. Después de unos 30 minutos de viaje llegaron a una casa de estilo gótico, color grisácea y puertas rojas. Lo más extraño fue que no se veía nada de fuego. Stel salía del camión de bomberos y se dirigía a la puerta. Dio unos tres golpes con sus grandes y fuertes manos.

«¿Quién?», se escuchaba desde el interior de la casa antigua.

«Soy el bombero Stel. Recibimos un llamado de emergencia de esta dirección». El hombre hablaba a la mirilla de la puerta.

«Lárguese, acaso no ve que no hay ningún incendio». La voz seca del hombre al interior de la casa sonaba intimidante.

«Disculpe la molestia. Ya nos vamos». Stel dio media vuelta y cuando dio el primer paso una piedrecita golpeó el casco amarillo, Stel miró hacia arriba viendo una horrible gárgola, sintió escalofríos y salió corriendo hacia el camión de bomberos.

«Vamos, chicos, un tonto nos jugó una broma pesada. Regresemos a la estación».

De regreso, Ashley los recibía. «Hola, chicos. ¿Cómo les fue?».

«Un tonto nos jugó una broma. Llegamos hasta una casa y no había incendio». Stel se sacaba el caso amarillo.

«Pero es muy extraño. ¿Habrán oprimido el botón por error?». Ashley preguntaba a su compañero.

«No sé, pero no hubo incendio, eso sí, un hombre muy enfadado nos sacó de la propiedad». Stel fruncía el ceño.

En ese momento, volvió a sonar la alarma y los bomberos se pusieron en alerta. «Chicos, nuevamente, Calle 23 número 52 barrio Almens». Ashley decía a sus compañeros.

«Vamos a ver. Esto ya no es divertido». Stel salía corriendo.

Llegaron de nuevo a la casa gótica y solo el silencio se apreciaba. Stel se bajaba del camión de bomberos y volvía a tocar la puerta, aunque ya presentía lo que iba a pasar. Nuevamente la voz seca se escuchaba desde el interior.

«¿Quién es?».

«Señor, volvimos a recibir una alerta de incendio de este lugar. ¿Está todo bien?». Stel hablaba a través de la puerta de cedro.

«Ya le dije que no hay ningún incendio, lárguese». El hombre se escuchaba más enojado.

«Le recuerdo que si volvemos a recibir un alerta de incendio de este lugar, vendremos con la policía. No deben jugar con nosotros, mientras venimos hasta aquí, se puede presentar una verdadera emergencia». Stel enojado se dirigía al hombre.

«No tengo idea de lo que habla. Lárguese».

Stel, se volvía y cuando iba al camión escuchó un silbido. Alzó la mirada, pero nuevamente vio la gárgola, levantó los hombros y salió corriendo dando la señal de arrancar el vehículo para volver a la estación. Ashley estaba en la puerta y con sus ojos cafés miraba volver a sus compañeros.

«No me digas, falsa alarma. ¿Verdad?». Ashley blanqueaba los ojos.

«Es muy extraño, lo que ha pasado está noche. Ya no vamos a ir a esa dirección». Stel enojado tiraba la chaqueta y el casco al piso de madera desgastado por el paso del tiempo.

«Cálmate, Stel. Pienso que ya no molestaran más». Ashley levantaba el casco y la chaqueta.

«Sabes que escuché un silbido y sentí una piedrecilla caer desde lo alto de esa casa. Me parece muy extraño». Stel se colocaba la mano en la barbilla.

La alarma nuevamente sonó. Ashley dijo. «Calle 23 número 52 barrio Almens». La chica se dirigía a Stel. «Quiero ir, pienso que no es una broma. Está pasando algo muy raro en esa casa».

«No iremos y Tim está de acuerdo. Esto ha ido muy lejos». Stel se quedaba sentado.

«Vamos, chicos, no es normal. Pido ir a investigar». Ashley tomaba una chaqueta negra y salía a buscar su moto.

Stel salía tras ella, «No vas a ir sola, testaruda».

Los dos se dirigieron a la casa gótica. Ashley iba hacia la puerta y en ese momento escuchaba unos gritos. Los dos se pusieron en alerta y Stel con su fuerza dio varios golpes para derribar la puerta. Ashley sacó el hacha de su moto y luego de rompió la puerta. Entraron en la casa se dirigieron hasta el segundo piso donde se escuchaban los gritos.

El hombre salía con una chica como rehén. Los gritos y el caos se apoderaron del momento, después de la lucha, la chica fue rescatada, y el hombre capturado. La chica se dirigía a los bomberos. «Gracias a ustedes. Ese hombre me tenía secuestrada y estaba pidiendo dinero por mi rescate. Había dicho que me iba a quitar la vida si mi familia no pagaba». Las lágrimas fluían por el joven rostro.

Ashley abrazaba a la chica a la pobre chica y Stel preguntaba. «¿Cómo supiste que estás casas tienen un sistema de alarmas que conectan directo a la estación de bomberos?».

«Fue una casualidad, mientras estaba encerrada buscaba la forma de escapar y vi ese botón. No sabía si funcionaba, pero estaba desesperada y decidí apretarlo». La mujer soltaba un suspiro. «Gracias por venir tantas veces». La mujer abrazaba a los bomberos.

«No agradezca, aunque esas falsas alarmas inquietaron a los compañeros y sobre todo a la testaruda Ashley. Jaja».