Fiction: Berto (Berto) [EN/ES]

«Presidente Berto, finalmente lo consiguió. ¡Felicitaciones!». Su asistente le daba la mano.

«Finalmente. Ahora el pueblo está dignamente representado. Yo seré el líder que trabaje por los más necesitados». Berto mostraba una gran sonrisa mientras acomodaba sus gafas con el dedo índice.

Después de muchos malos gobiernos, corrupciones y enfrentamientos de clases, surgió Berto, un político populista que llegó a la presidencia haciendo muchas promesas a los más necesitados.

«Presidente Berto, en el teléfono está un hombre que desea felicitarlo por su victoria». La secretaria anunciaba la llamada.

«¿Dijo el nombre?». Berto se colocaba la mano en la mandíbula.

«No, solamente dijo que quería darle las felicitaciones y hablarle de un tema que de seguro le interesará». La secretaria leía los apuntes de su libreta.

«Es muy extraño. Páseme la llamada, señorita». Berto hacía una seña a la mujer para que saliera.

El botón rojo parpadeaba. «Buenos días, presidente Berto, soy Anton Casierra, gerente de la empresa Energy Sun. El motivo de mi llamada es para darle a usted mis más sinceras felicitaciones y desearle que está nueva etapa sea de muchos éxitos».

«Gracias, señor Anton. Fue una dura contienda electoral, pero hemos ganado y ahora vamos a trabajar por el pueblo». Las gafas se deslizaban por el tabique y Berto se las acomodaba. Su piel morena combinaba con la montura negra de los lentes.

«Me alegra mucho, señor presidente». La voz vivaz hacía una pausa. «Hemos seguido muy de cerca todo lo que ha hablado en sus discursos y nos llamó mucho la atención su plan de cambiar a las energías limpias».

«Así es. Es uno de mis proyectos bandera». Berto mostraba sus dientes blanquecinos.

«Es una gran noticia para nosotros. Nuestra empresa Energy Sun está comprometida con el planeta. Ahora mismo estamos implementando nuestra nueva línea de paneles solares de muy bajo costo y excelente calidad. Me gustaría ofrecerle nuestros servicios para empezar con la transición energética del país». Anton sonaba más efusivo.
«Suena muy interesante. Podríamos programar una reunión y hablar más detalladamente sobre el tema. No le parece, señor Anton». Los ojos color café de Berto brillaban.

«Me parece maravilloso, señor presidente. Programemos la reunión para el viernes en la tarde y le daremos una demostración de la calidad de nuestros paneles solares y le aseguro que usted quedará más que satisfecho». Anton le contagió su entusiasmo.

Berto se despedía de Anton y prometió verlo el viernes para saber más de su empresa. Llegó el día de la cita y los dos hombres se reunieron. Anton llegó muy bien arreglado, el pelo castaño peinado uniformemente, una barba perfectamente recortada y unas gafas de sol de última moda.

Después de una media hora de esperar, llegó Berto con una multitud de personas, se notaba que disfrutaba del poder ganado en las urnas. Anton se quitaba las gafas de sol y saludaba respetuosamente al presidente. Berto daba la mano al empresario y sonreía cordialmente.

«Buena tarde, señor presidente. Es un honor conocerlo». Anton adulaba al pequeño Berto.

«Buenas tardes, señor Anton. Un gusto conocerlo. Estoy un poco afanado con mi agenda. Si no le importa podemos hacer la presentación de los paneles solares». Berto se sentaba en un lugar especialmente arreglado para él.

«Por mí no hay problema. Vamos a ver los paneles solares». Anton hacía una seña a unos hombres que estaban en las afueras.

Rápidamente los empleados de Anton armaron los paneles y hacían la demostración de la practicidad y calidad de los paneles solares. Conectaron varios electrodomésticos y empezaron a funcionar sin problemas. Berto fascinado por lo que estaba viendo, se levantó para mirar más de cerca. El pequeño presidente sonreía de oreja a oreja.

«Me encanta. Las casas produciendo su propia energía sin contaminación. Muy bien, señor Anton». Berto le daba la mano apretando firmemente.

«Señor presidente, me encanta que haya quedado satisfecho. Usted dirá cuando podemos empezar con el proceso de licitación». Anton sonreía.

«No, señor Anton. Yo soy el presidente y este proyecto lo sacaremos sin tanto trámite. Necesito que me pase el presupuesto para los primeros 100 mil paneles solares que harán parte del proyecto: tu casa, tu energía. Espero ese presupuesto el día lunes en mi despacho, señor Anton».

Los ojos color miel de Anton se iluminaban de repente. «Inmediatamente, señor presidente. El lunes tendrá todo los detalles y el presupuesto».

Berto se despedía de Anton y salía corriendo para su próxima cita. El hombre se quedaba en la mesa y muy feliz tomaba su café. Era como si se hubiera ganado la lotería. Salió del lugar tarareando una canción muy pegajosa con sus gruesos labios.

El día lunes llegó, Anton estaba desde muy temprano esperando a Berto. El presidente entró a su oficina que tenía un delicioso aroma floral y el tapete persa de color rojo daba la sensación a monarquía, sin contar el escritorio de finísima madera.

«Bienvenido, señor Anton, a mi humilde oficina. Dígame, me tiene el informe del presupuesto». Berto invitaba a sentarse a Anton.

«Esta listo. Puede mirarlo y me dice que piensa». Anton pasaba los papeles a Berto.

«Solamente quiero ver el precio, de los demás detalles se encargarán mis asistente. Muéstrame esa parte». Berto se acomodada las gafas.

«Claro, señor presidente. Mire aquí está el total de los 100 mil paneles solares». En el rostro de Berto se podía ver el signo de dinero. «Me parece que está asequible, pero...». Berto hablaba con susurros. «No sé olvide de una pequeña comisión para su servidor. Jaja».

«Oh, no, señor presidente, lo incluiremos. No tenga cuidado». Anton daba la mano y con eso sellaban el acuerdo.

Luego de recibir la gran suma de dinero, Anton desapareció de la noche. Berto fue objeto de burlas además de ser arrestado por corrupción y el gran despilfarro de dinero que hizo en los paneles solares de los cuales nunca se supo nada.

En una playa paradisíaca…

Un hombre tomaba una piña colada. «Me gusta cuando me puedo aprovechar de los tontos. Salud, señor presidente. Jaja».