Mi camino hacia el despertar de mi conciencia, a través del amor propio, ha sido un camino bastante empinado, lleno de altibajos, dudas y momentos de profunda oscuridad y sobre todo, de llanto. Durante la mayor parte de mi vida, he estado envuelta en una bruma de autocrítica, comparándome constantemente con los demás y sintiendo que yo nunca era suficiente. Mi autoestima era inexistente y me sentía incapaz de soportar el peso de las expectativas de los demás y las propias. Todo esto desencadenaba en mal humor, rabietas y en la toma de decisiones erróneas, que aún me están pasando factura.

He vivido en un constante monólogo interno autodestructivo, con una voz que me susurraba al oído mis defectos y fracasos. Me sentía incapaz, poca cosa, que no merecía ser feliz, mucho menos amada. Mi autoestima había caído en un hueco oscuro del que no podía salir.

No quiero ni estoy buscando responsables porque mis decisiones y problemas han sido consecuencia directa de esa ausencia de amor propio en mi vida, pero desde niña, fui criticada por mis compañeros de escuela y mis hermanos mayores (soy la menor de tres hermanos) debido a mi estatura. Me apodaban Oliva (la novia de Popeye) porque era demasiado flaca y muy alta. No sabía cómo enfrentar esas burlas. Quizás no me habría importado tanto la burla en la escuela, pero sí la de mis hermanos, quienes eran todo para mí y a quienes admiraba muchísimo.

No fue hasta hace poco, unos meses, cuando me di cuenta de que esta batalla interna solo me estaba consumiendo a mí. Cada quien tiene su vida y lo más seguro es que no recuerden lo mal que me hicieron sentir o quizás, ni siquiera se dieron cuenta.

Así que fue entonces, cuando comencé a reaccionar. Y este despertar, llegó porque estaba pensando en que el tiempo pasa volando y que ya mi hijo, a quien hace poco le cambiaba los pañales, ya tiene 15 años y sé que en un abrir y cerrar de ojos, va a dejar el nido. Va a ir detrás de sus sueños y yo me quedaré sola. No, no me había dado cuenta de nada y decidí trabajar en esto. Era hora de emprender mi camino de sanación y transformación hacia el amor propio.

El primer paso en este viaje y el que más me costó, fue aprender a ser amable conmigo misma. No fue fácil, porque durante toda mi vida, pensé lo peor de mí. Estaba acostumbrada a ser dura conmigo misma. Comencé por callar esa voz crítica que me atormentaba y la fui reemplazando por otra voz suave y comprensiva. Aprendí a perdonarme por mis errores y a celebrar mis éxitos, sin importar lo pequeños que fueran. Comencé a verme en el espejo de otra manera y abracé a esa niñita solitaria del pasado, porque sé que lo necesitaba y abracé mis heridas para iniciar el proceso de sanación.

No ha sido un proceso fácil. Al contrario, ha sido arduo y agotador, donde las lágrimas han estado presentes muchas veces. He tenido que pelear contra mis demonios internos, extirpar las limitaciones que fui creando a mi alrededor, como mecanismo de defensa y reconstruirme desde cero. Lo importante era salir de esta "zona de confort".

Otro de los cambios que hice, fue alejarme de personas que no me aportaban nada positivo. No es que les haya dejado de hablar, solo que ya no les frecuento. Y a pesar de estar sola con mi hijo, me siento mejor, me siento liberada de tantas cargas emocionales que llevaba a cuestas.

Y es que, definitivamente, el amor propio, no es un destino al que tengo que llegar, es el camino más importante que me ha tocado recorrer. Han sido meses fuertes, pero sobre todo, reveladores, en donde todo se ha hecho más llevadero en estas últimas semanas. Me siento en paz conmigo misma. Sí, me siento satisfecha y orgullosa porque lo estoy logrando. Esto no ha terminado. Trabajar en el amor propio es para siempre.

Esta ha sido mi participación en la iniciativa de @maylink. Disfruté mucho al compartir esta experiencia con ustedes. Siempre es bueno hacer introspecciones para así fortalecer lo positivo y tratar de erradicar lo negativo.

English version

My path to awakening my consciousness through self-love has been a steep one, full of ups and downs, doubts and moments of deep darkness and above all, crying. For most of my life, I have been shrouded in a haze of self-criticism, constantly comparing myself to others and feeling that I was never enough. My self-esteem was non-existent and I felt unable to bear the weight of others' and my own expectations. All of this led to moodiness, temper tantrums and poor decision making, which is still taking its toll on me.

I have lived in a constant self-destructive internal monologue, with a voice whispering in my ear about my shortcomings and failures. I felt incapable, unworthy, that I didn't deserve to be happy, much less loved. My self-esteem had fallen into a dark hole that I could not climb out of.

I don't want to, nor am I looking for those responsible because my decisions and problems have been a direct consequence of that absence of self-esteem in my life, but since I was a child, I was criticized by my schoolmates and older siblings (I am the youngest of three) because of my height. I was nicknamed Oliva (Popeye's girlfriend) because I was too skinny and too tall. I didn't know how to deal with that teasing. Maybe I wouldn't have minded the teasing at school so much, but I would have minded the teasing from my brothers, who were everything to me and whom I looked up to so much.

It wasn't until recently, a few months ago, when I realized that this internal battle was only consuming me. Everyone has their own life and most likely they don't remember how bad they made me feel or maybe they didn't even realize it.

So it was then, when I started to react. And this awakening came because I was thinking that time flies by and that my son, whose diapers I recently changed, is already 15 years old and I know that in the blink of an eye, he will leave the nest. He will follow his dreams and I will be left alone. No, I hadn't realized anything and decided to work on this. It was time to embark on my path of healing and transformation towards self-love.

The first step in this journey, and the one that cost me the most, was learning to be kind to myself. It was not easy, because all my life, I thought the worst of myself. I was used to being hard on myself. I started by silencing that critical voice that tormented me and replaced it with a soft and understanding voice. I learned to forgive myself for my mistakes and to celebrate my successes, no matter how small. I began to see myself in the mirror in a different way and I embraced that lonely little girl from the past, because I know I needed to, and I embraced my wounds to begin the healing process.

It hasn't been an easy process. On the contrary, it has been arduous and exhausting, where tears have been present many times. I had to fight against my inner demons, remove the limitations that I created around me as a defense mechanism and rebuild myself from scratch. The important thing was to get out of this “comfort zone”.

Another change I made was to distance myself from people who did not bring me anything positive. It's not that I stopped talking to them, it's just that I don't frequent them anymore. And despite being alone with my son, I feel better, I feel liberated from so many emotional burdens I was carrying.

And the fact is that self-love is definitely not a destination I have to reach, it is the most important road I have had to travel. They have been strong months, but above all, revealing, where everything has become more bearable in these last weeks. I feel at peace with myself. Yes, I feel satisfied and proud because I am achieving it. This is not over. Working on self-love is forever.

This has been my participation in @maylink's initiative.

If you want to participe, clic here.

I really enjoyed sharing this experience with you. It's always good to do introspection in order to strengthen the positive and try to eradicate the negative.