_(Spanish)

¡May al rescate!

_{Autor: @nachomolina2}

_ ¡No te preocupes, Robe!

Dijo May, con esa voz aguda y nasal de alguien que heredó lo mejor del disco music.

Lucía la prominente cabellera tornada en fucsia y naranja, con flequillos champagne que le cubrían gran parte del rostro, a su vez, retocada maravillosamente con maquillaje escarchado.

Ella era la viva imagen de los años ochenta.

Vestida con Jeans cortos, deshilachos, usando a su vez, una malla color rosa y calentadores de bailarina de ballet.

May, era, sino más, una mezcla perfecta entre cyndi lauper y la chica material.

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_ ¡Admito, que me gusta vivir pegado a la tierra!, pues, ese es, mi elemento.

Le respondió Robe, con cierto gesto de preocupación que trastocaba su cara joven y el comportamiento serio, poco aventurero, que le caracterizaba.

_ ¡La mayor aventura está en los aires! ¿No te parece que lo terrenal es más de lo mismo? me aburre la horizontalidad, Robe...

Insistió May, expresando sus gustos excéntricos mientras acariciaba los dijes cristalinos de su collar de fantasía.

_{fuente de imagen: unsplash}

_ ¡May, puedes seguir tu vuelo ilusorio!, pero no hay nada, como asentar cabeza y reconocer que en las calles está lo verdaderamente importante, o sea, el mundo real.

Objetó Robe, al tiempo que alisaba con los dedos el cuello de su camisa y se colocaba forzosamente una corbata negra.

_ ¡Luego de haber practicado rapel y escalada!, mi aspiración es saltar al vacío en “Bungee Jumping” o en paracaídas. ¡Yo amo las alturas, Robe!

Prosiguió la fémina en su lenguaje contra sistema, colocándose unos grandes audífonos de color efervescente con motivo de “Orejas de gato”.

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_ ¡A mí, me parece algo inútil y sin sentido! andar todo el día buscando un extremo del mundo de donde lanzarse en caída libre. _ ¡Sigue soñando, May!, yo me iré a buscar trabajo, para dejar algún día de vivir en este hueco_

Con estas palabras intentó el joven caballero poner fin a la conversación.

_ ¡Algún día cumpliré mis sueños!_ ¡Esta es una ciudad sin alma!_ pronto me iré a la cordillera Himalaya a ver qué se siente a ocho mil metros sobre el nivel del mar. _ ¡No te preocupes querido Robe!, de seguro, la suerte te sonreirá hoy_.

Completó May, cariñosamente.

_ ¡Sí, me sonreirá como siempre! (Dijo Robe, sin ganas)

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Así, trataron de matar el tiempo, Robe y May, mientras esperaban el paso del tren. Sus vidas transcurrían a tres metros bajo tierra, cayéndose en pedazos progresivamente dentro de un cuarto de máquinas. Vivían refugiados en un alero del tren subterráneo donde solo podían entrar y salir una vez por día, cuando fuera seguro. A las seis de la mañana, se habilitaba el túnel ferroviario de cuyas compuertas que conducían a la cámara de control salía el primer vagón del metro.

Ubicados en un sótano dentro del mismo túnel, a primera hora, salía la joven pareja como si nada pasara luego de otra noche de hacinamiento en las entrañas de la ciudad. Era un reto difícil sobrevivir en una sociedad convulsa y superpoblada donde el trabajo escaseaba y las oportunidades solo están para quienes se arriesgan y dejan su suerte en la selva de concreto.

Robe, trabajaba apenas pocas horas por día limpiando los pasillos de algún local. En cuanto a May, ella vagaba por la ciudad, cual caza recompensas, siempre detrás de alguna ambulancia o camión de bomberos, tratando de rescatar a alguien con sus habilidades extremas.

_{fuente de imagen: unsplash}

Así, vivía aquella pareja atípica en el corazón de la ciudad esperando un día mejor el cual les acercara lo más posible a la deseada fortuna o les alejase definitivamente de esta.

A la salida del túnel, Robe y May, miraron un cúmulo de rascacielos con paredes de espejos que reflejaban las nubes de un cielo plomizo contrastado perfectamente con la polución y el tráfico automotor de una ciudad industrializada la cual respiraba escasamente entre el hormigón y el acero templado. Una sociedad donde todo estaba repartido siendo imposible tan siquiera imaginar que te deparará hoy el mismo destino.

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Luego de despedirse la joven pareja. Cada quién fue a perseguir sus sueños.

May se abalanzó sobre el primer vagón del metro colocándose atléticamente en la parte superior. Luego empezó a correr animada entre los furgones practicando los nuevos movimientos de “Subway Surfing”, mientras el tren se ponía en marcha. Ella activaba su adrenalina a primera hora de la mañana mientras surgía a su paso algún nuevo rescate en la ciudad.

Por su parte Robe. Miró la ostentosa cabellera multicolor de May alejándose sobre los vagones mientras daba saltos mortales, en cambio, él se dispuso a ir a la oficina de empleos a probar suerte.

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Robe, llegó a las puertas del edificio público de contratación. Se sentó en la sala de espera, preocupado, con pocas esperanzas. La secretaria lo miró sonreída, ya acostumbrada a su visita frecuente, le dijo:

_ ¡Adelante caballero!, hoy es su día de suerte.

Robe, levantó la mirada.

_ ¡Pasa, no te preocupes!, creo que hay algo para ti.

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No podía creer lo que oía. Robe, caminó hasta el buró administrativo y refiriéndose a la secretaria, dijo:

_ ¡Señorita, no se habrá equivocado usted, pensando que soy algún profesional desempleado o ingeniero!

_ ¡Claro que no, Robe! Aquí está. Solo firma la hoja de contratación. ¡Empiezas a trabajar ahora mismo!

Robe se apresuró en leer el documento mediante el cual se le contrataba como “Jefe de mantenimiento”.

Sin pensar más en el asunto procedió a estampar la firma, ya que estuvo de acuerdo con la cláusula. Aun, incrédulo de que en verdad fuera a ser “Jefe”, de cualquier cosa. Aceptó el reto. Ya no tenía de qué preocuparse.

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La señorita le entregó un juego de limpieza, consistente de: Una esponja, un recipiente de spray líquido, una lanilla y un pequeño escurridor de hule.

Finalmente le dijo:

_ ¡Ok, Robe, bienvenido! Empieza por limpiar los vidrios superiores de afuera. Espero, que al final de la jornada hayas dejado reluciente la fachada del edificio.

_ ¡Eh!... pero soy,...”Jefe”, señorita.

_ ¡Por supuesto Robe!, serás tu propio jefe. Por cierto. ¡Se me ha olvidado entregarte esta soga!

¡Suerte Robe! de verdad, mucha suerte...

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Parado en la entrada del edificio. Los ojos de Robe se llenaron de profusas lágrimas. No atinaba a ver el vidrio superior de aquella torre, oscura y ceniza, erigida ante él. La misma, lucía curtida de un polvo anaranjado, empañada de extremo a extremo, con la empinada verticalidad no menor a ciento cincuenta metros longitudinales contados a partir de la acera peatonal.

A los pocos minutos, estaba Robe, muriendo del más profundo vértigo en la pared externa correspondiente al último piso. Apenas sostenido, por una cuerda atada a la cintura, se dedicó a quitar la mugre ácida que cubría cada centímetro del ventanal. Logró mirar su propio reflejo en el vidrio y amenazante, el tormentoso cielo, refulgido detrás.

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Más abajo, las personas parecían hormigas. Pequeñísimos puntos negros yuxtapuestos dotados de movimiento. Robe, sufrió náuseas y severos mareos, mientras era mecido por el viento de un ventanal a otro, al principio, con un vaivén moderado, el cual luego se hizo insoportablemente torturador. Sintió que caería. En lo más profundo de sí mismo, sintió que había llegado el final.

Pensó, Robe, mentalmente:

_ Esta ciudad oscura y ceniza que respira en mi cuello con maldad. ¿Es acaso un monstruo que pretende engullirme? ¡Nunca debí aceptar este empleo! Preferiría quedarme de por vida en el subterráneo antes que dejar en esta cumbre, mi último aliento.

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Así, pensó Robe cuando sus fuerzas mermaron. Cuando sus brazos distendidos al vacío se dejaron abrazar por el batir del viento. Robe, imaginó su figura estampada en el pavimento. Se vio, como uno más de los tantos puntos negros que caminaban en la calzada. Pero, siendo él una sombra sin movimiento, un informe cuerpo humano que cae desde un rascacielos sin que a nadie le importe.

Víctima de un sistema abrasivo e indolente que lo llevó a limpiar ventanas en un edificio administrativo, atado con una soga que no demoraba en ceder.

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Sin esperanzas, habiendo ya perdido la fe.

Robe, sintió, cuando le sujetaron del brazo.

Luego le colocaron un arnés de seguridad alrededor de la cintura y le hicieron ascender hasta la azotea poniéndole a salvo. Seguido, escuchó unas palabras que le fueron de cierta familiaridad, pues, antes, al inicio del día, también las había escuchado:

_ ¡No te preocupes querido Robe!

“¡Te tengo!”

_{fuente de imagen: unsplash}

Era, May.

Con su equipo profesional de rapel. Había encontrado, en el día de hoy, un nuevo edificio del cual lanzarse en caída libre. Toda una caza recompensas. Con su malla de color fucsia y sus Jeans flecados, se quitó los audífonos de orejas de gato, preguntándole a Robe, finalmente:

_ ¿Aceptarías escalar el Himalaya?

_ ¡Definitivamente sí!

Respondió Robe, con anuencia, mientras esbozaba una ligera sonrisa cómplice.

_FIN

_{[Original Content]
@nachomolina2
2025}

_{Consulta las bases del concurso aquí: The Inkwell Fiction Prompt #233
DeepL fue utilizado para la traducción}