the solo journey that gives us true well-being | LOH#238 [ENG/ESP]

English

For me, since I was little, it was fun and a habit to always be accompanied wherever I went by my mom, my aunt, or a relative, and even recently by my sister, in that complicity to get into mischief while we explore and run errands or buy something special. But something I think we've all experienced is that when we start going out alone, the mere fact of venturing out can be anything from a simple outing to a vacation.

Even the fact that we are women has greatly influenced this tendency to go out and take time for ourselves to feel good. It's not fragile to simply want to share our moments and emotions or cherish a memory; it's just that for years, the habit of always being accompanied has had a great impact when we decide to take steps individually, even leading to processes of well-being and strengthening our own essence. Being alone in these processes doesn't necessarily mean being completely alone, but rather momentarily distancing ourselves from our usual environment and allowing ourselves to explore new approaches. It can be in the company of a different environment or with people who are also experiencing a moment of personal reconnection.

It can even be seen as a dedication to that much-needed time, to that small reward that seeks to renew us physically, mentally, and emotionally, being an adrenaline-filled adventure to recover or recharge that vital force that determines us in life. And as I said before, it doesn't necessarily have to be a solo trip. In my case, on some occasions I've been able to take short outings outside of my usual routine and not with the people I usually spend time with constantly, and I've been able to have those experiences of taking a moment to further express who I am, which have been unforgettable and emotionally comforting.

For example, in recent years, I've realized that something I really like is watching the flow of water in rivers surrounded by vegetation. It's funny because I don't know how to swim, but the thing is that in my city there's a spa that I've been able to go to three times; The first time was while I was working, but I was alone in the sense that it was a new experience, and it was a moment where exploring and being able to enter the place without usual restrictions made me enjoy it and connect with that version of myself that was dedicated only to enjoying nature and leaving any problems behind.

The second time was because the parents of my only friend here where I live invited me to spend the day. I must say it was a new experience, since I don't usually do that with my family, so going alone to enjoy the place, swimming at the shore, of course, and helping to make the grill while we took photos was something that filled me with energy. I felt like a novice, even learning how to improvise a fire and seeing the skills they have, since they are scouts. But beyond living this experience alone, away from, for example, my mom, from whom I'm hardly ever far away, it was very rewarding and felt like taking a step into a perspective I didn't know or wasn't used to.

And precisely for that reason, although I haven't yet been able to experience a vacation as such in that solitary way, I firmly believe that, beyond the perhaps desire to have close people with whom to share memories, primarily, if we can give ourselves a moment of well-being, we would be healing more than we realize, and without even realizing it, with that simple gesture of self-love.

And well, this is my small contribution to this weekly dynamic and to the question posed by @jane1289, which prompted me to seek this approach based on my own experience. I hope you enjoy it, and thank you for reading this post.

Spanish

Para mí, desde pequeña me era divertido y una costumbre que a donde fuera siempre estuviera acompañada de mi mamá, mi tía o algún familiar, incluso recientemente de mi hermana, en esa complicidad para hacer travesuras mientras recorremos y buscamos algún mandado o compramos algún gusto. Pero algo que creo que todos hemos pasado es que cuando comenzamos a salir solos, el mero hecho de aventurarnos a emprender desde una simple salida hasta unas vacaciones.

Incluso el hecho de ser mujeres ha marcado bastante esta tendencia al salir y tomarnos un tiempo de bienestar para nosotras mismas, y es que no es de frágiles simplemente querer compartir nuestros momentos y emociones o guardar algún recuerdo; es solo que por años la costumbre de siempre estar acompañadas ha hecho que genere un gran impacto cuando se decide dar pasos de manera individual, incluso dando paso a procesos de bienestar y reforzaciones de nuestra propia esencia, y es que estar solas en estos procesos no necesariamente significa estar en completa soledad, sino es el alejarnos momentáneamente de nuestro entorno habitual y permitirnos explorar nuevos enfoques; puede ser en compañía de un entorno distinto o de personas que también estén experimentando un momento de reconexión personal.

Se puede ver incluso como una dedicatoria a ese tiempo necesario merecido, a esa pequeña recompensa que busca renovarnos física, mental y emocionalmente, siendo una aventura llena de adrenalina para recuperar o recargar esa fuerza vital que nos determina en la vida, y como dije antes, no necesariamente tiene que ser un viaje en solitario; en mi caso, en algunas ocasiones he podido hacer pequeñas salidas fuera de lo acostumbrado y no con las personas con las que suelo estar de manera constante y he podido tener esas experiencias de dedicarme un momento a expresar aún más el cómo soy o quién soy, las cuales han sido inolvidables y reconfortantes emocionalmente.

Por ejemplo, en estos últimos años me he podido dar cuenta de que algo que me gusta mucho es ver el fluir del agua en ríos rodeados de vegetación. Es curioso porque no sé nadar, pero la cosa es que en mi ciudad hay un balneario al que he podido ir tres veces; la primera fue trabajando, pero estaba sola en el sentido de que era una experiencia nueva y fue un momento donde el explorar y poder adentrarme al lugar sin restricciones comunes hizo que disfrutara y conectara con esa versión de mí que solo se dedicó a disfrutar la naturaleza y dejar atrás cualquier problema.

La segunda vez fue debido a que los papás de mi único amigo acá donde vivo me invitaron a pasar el día. Debo decir que fue una experiencia nueva, ya que no suelo hacer eso en familia, por lo que de por sí ir solo a disfrutar del lugar, bañarme en la orilla, por supuesto, y ayudar a hacer la parrilla mientras tomábamos fotos fue algo que me llenó de energía. Me sentía novata, aprendiendo incluso a improvisar fuego y viendo las destrezas que tienen, puesto que son scouts, pero más allá de estar viviendo esta experiencia sola, alejada, por ejemplo, de mi mamá, de quien casi no me despego, fue muy gratificante y fue como dar un paso a una perspectiva que no conocía o a la que no estaba acostumbrada.

Y justo por eso, aunque aún no he podido experimentar unas vacaciones como tal en ese modo solitario, creo firmemente que, más allá de que tal vez pueda haber un deseo por tener a personas cercanas para compartir recuerdos, primordialmente, si podemos brindarnos un momento propio y de bienestar, estaríamos sanando más de lo que pensamos en nosotras mismas y sin darnos cuenta con ese simple gesto de autoamor.

Y bueno, este es mi pequeño aporte a esta dinámica semanal y a la pregunta que nos trae @jane1289, la cual me hizo buscar ese enfoque desde mi pequeña experiencia, por lo que espero les guste mucho y gracias por leer este post.